En este trabajo uno de los elementos protagonistas es el agua. Me parece muy importante porque es uno de los más básicos del universo, quizás el tesoro más valioso, pues sin ella no sería posible la vida en el planeta. El hombre también puede intervenir en la vida del agua, y desgraciadamente, muchas veces provocando los cambios causantes de su contaminación. Gran parte de esas “aguas negras”, son las que provienen del uso doméstico (baños, lavadoras, fregaderos…), y en las escenas de la bañera hago alusión a ello, en el caso anterior (el stop motion), mostrando la imagen de una bañera cubierta de moho, mientras en primer plano, podemos ver cómo el agua limpia que en principio contiene un tarro de cristal, va rebajando su nivel a la vez que se va volviendo negra mediante el uso de una tinta de calamar; y en el caso de la imagen de vídeo, la bañera es enfocada mientras unos corchos flotan en el agua moviéndose con el viento. Se trata de un plano que en principio fue tomado con una duración próxima a los dos minutos, pero del que finalmente, utilicé nueve segundos en el montaje final.
Plano de vídeo de los corchos.
En otro de los planos de vídeo del proyecto, hay una escena en la que las protagonistas son unas calabazas que están en estado de putrefacción, un estado ocasionado una vez más, por el tiempo y el curso de la naturaleza. Esta escena puede recordar a las del documental Los espigadores y la espigadora de la francesa Agnès Varda (año 2000), en las que las protagonistas son unas patatas que no reúnen buenas condiciones para ser cosechadas, y poseen formas diversas como la conocida forma de corazón.
Fotograma de la película de Agnès Varda.
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